viernes, 14 de julio de 2017

PRÓLOGO DE MARIANO GARCÍA VILLAS A MI LIBRO REFLEXIONES ÉTICA DE 1982



El trabajo está integrado por tres opúsculos. Los dos primeros procedentes del ejercicio de la docencia universitaria de su autor y el tercero, un estudio específico sobre la Moral y Maquiavelo.
Encuentro una magnífica interrelación entre los tres trabajos y creo forman una unidad orgánica que se complementa. El primer escrito se desarrolla fluidamente con un enlace perfecto de sus temas que denota el dominio de la materia del autor, que se permite el lujo de presentar los problemas fundamentales de la Ética, con la extensión y profundidad adecuadas al fin que se propone, en muy pocas páginas. Que actualiza el tema indicando las posibles salidas que señala la crítica contemporánea sin limitar espacio en este aspecto. Este material procede de una conferencia sobre el problema moral contemporáneo.
El primer escrito apenas hace citas. Unas muy pocas y muy oportunas. También se hace notorio sin necesidad de citas, su conocimiento de la filosofía clásica y su `estar “enterado" de la escolástica. Aflora insistente la influencia europea de su paso por Lovaina que está siempre presente y que tampoco necesita citar -la Prospectiva, por ejemplo- por señalar sólo un caso entre muchos.
También está omnipresente en esta primera parte su condición de profesor. Tiene siempre ante sí a sus alumnos por lo que debe ser claro y preciso, reiterar posiciones, señalar distingos y matices de manera machacona. Todo eso lo ha aprendido como resultancia de su quehacer universitario -retroalimentación en un tanto- por eso es de notar el valor didáctico de las dos primeras partes. Ayuda positivamente al alumno y al posible lector, sea o no alumno, en campo tan preocupante como el de la Ética en una época de crisis y transición como la que sufrimos.
La unidad del conjunto se entiende, si tenemos en cuenta, que abarca la producción del autor con el período comprendido entre 1965 a 1972. Ha podido llenar huecos y reagrupar conceptos -labor de rompecabezas como dice su autor en la introducción-. Y ha creído no obstante que podía publicarse así, aunque "el paso del tiempo nos lleva a cambiar parcialmente nuestras viejas concepciones" (introducción). La espontaneidad y frescura de un primer escrito, hecho sobre todo, de cara a los alumnos hace que nos resistamos a corregirlo acudiendo a una reflexión que le resta naturalidad aunque gane en rigor. A este efecto me acude el recuerdo a la solución que diera Schopenhauer cuando le pidieron actualizar su obra de juventud La Cuádruple Raíz del Principio de Razón Suficiente. Al releerla -dijo- "la he encontrado tan llena de sencillez y de vida que me resisto a renovarla".
En la secuencia de problemas que sucesiva y coordinadamente plantea al alumno, por su significación y trascendencia me permito llamar la atención sobre algunos:
a) ¿La Ciencia y el Hombre han limitado el terreno a la Ética? Distingue muy bien los campos, señala la posición del positivismo moral y concluye consignando que el hombre no se agota por la experiencia; que en su conducta hay elementos no observables sólo accesibles a la reflexión. Acepta como base indispensable la experiencia para después pasar a la proyección de realidades más profundas;
b) parte del postulado que considera al hombre como libertad autocreadora, de su capacidad de perfección y pasa a tratar ¿qué es la perfección o potenciación, y cómo lograrla? Al llegar este momento, señala muy oportunamente el papel que corresponde a la educación lo que le permite hacer consideraciones pertinentes sobre la naturaleza del hombre y su continuo hacer-se. Concreta todas estas reflexiones en la frase que reitera constantemente como imperativo ético-fundamental para el hombre: Fidelidad a sí mismo, a la idea que nos hacemos a nosotros mismos y a nuestras potencialidades;
c) el ser y el deber-ser, la ciencia y la ética, son campos peculiares que no se identifican, ni una absorbe a la otra: se complementan, se reserva para la última, como filosofía la interioridad, el deseo, la aspiración. Saber inconcluso pero inevitable, actitud con interacción de factores. Todo ello le permite fijar la meta de la Ética: explicar las condiciones de posibilidad de la moral.
Siempre se parte del ser, de lo existente, y se reflexiona sobre sus exigencias consustanciales. Mas al pasar al campo abstracto de las posibilidades, podemos caer en una creatividad incontrolada;
d) la moral cae dentro de la valorativa y se manifiesta como norma autónoma. Es un hecho social y un hecho individual se impone a la conciencia pero actúa en el campo social. ¿Hay conflicto entre la moral individual y la moral social? Se ha pretendido que la existencia de la Ética Social, por lo expuesto, plantea un dilema; pero después de un análisis acucioso y sistemático el autor concluye diluyendo el presunto dilema;
e) los actos morales están enraizados en el presente para conectarse al futuro, el fin deseable. La inteligencia actúa sobre la realidad concreta y la imagen sensible se reemplaza por ideas (pensamientos) que permiten al hombre conocer y comprender la realidad. La voluntad vuelve a la realidad y actualiza lo que la inteligencia percibe como posible. El hombre puede suspender la respuesta ante muchos estímulos por lo que supera el equilibrio biológico del animal. El hombre agrega al estímulo la intencionalidad y se ve obligado a definir entre posibilidades;
f) hace un estudio de las normas que se imponen al hombre: religiosas, sociales, morales y las caracteriza con precisión.
Respecto a las últimas, distingue los actos humanos (vivencias) los juicios de valor, y la justificación de dichos juicios. Con tal motivo, despliega una axiología amplia y relacionada con los saberes próximos para su mejor comprensión: con las ciencias experimentales, con el positivismo moral, con la concepción del mundo y de nosotros mismos y con el racionalismo. Esta amplitud de campos interrelacionados es de gran valor pedagógico.
Podríamos seguir señalando casuísticas concretas que ponen de manifiesto la conveniencia y justificación para que se publique este trabajo, pero indudablemente, nos saldríamos de nuestro acometido, por la doble razón de que entresacar de su contexto ciertos temas, los empobrecemos y además corremos el riesgo de desfigurarlos, cuando es más fácil y es factible leerlos en su totalidad.
Sí, queremos agregar otra característica. El autor en su exposición es cauto y prudente cuando se refiere a posiciones extremas. No afirma rotundamente casi nada pero expone toda posibilidad sin cortapisas. No tiende a hacer proselitismo pero no oculta su parecer en situaciones cruciales. De aquí la difícil facilidad con que se desenvuelve. Su objetivo -dice el autor- no es responder la pregunta fundamental de la moral contemporánea: "A dónde queremos ir y por qué", sino plantear la situación exhaustiva.
En su introducción Prolegómenos para una Ética profesional nos presenta un planteamiento riguroso, finamente analizado y perfectamente delimitado, de lo que el autor entiende por ÉTICA PROFESIONAL.
Justifica su posición por el vertiginoso cambio de técnicas y modos de producción que afecta fuertemente a la vida profesional, que por otra parte, a su entender, no es más que una manifestación de la división del trabajo y como tal, condicionada históricamente y afectada además por el "hic et nunc".
Se impone pues una reflexión ética actualizada aunque esta posición implique un riesgo que el autor estima "un riesgo necesario".
En su tarea de delimitación de fronteras, se manifiesta contrario a la ética del deber que refleja "una posición moral autoritaria" impuesta como exigencia de obediencia. A esta tipificación la denomina Deontología, valiéndose de su significación etimológica. Desde luego, este juicio no tiene que ver con la deontología de la lógica simbólica actual, que en parte es un "análisis del lenguaje mora!"; lógica de los imperativos (juicios de valor y juicios de deber) aplicables de alguna manera al campo de la ética y del derecho, estudio a su vez relacionado con la lógica moral cuya primera formulación se remonta a Aristóteles.
Caracteriza la profesión en su doble aspecto, individual y social y de aquí también los dos aspectos de esta ética: Ética del Profesional y Ética de la Profesión, esto significa que la ética profesional hay que entenderla en íntima conexión con la ética social.
Estas reflexiones previas tienden a "enmarcar" lo que él entiende que debe constituir la ética profesional. Explicada esta pretensión (abierta la plica) resulta ser una ética humanística de la responsabilidad. En forma operativa o funcional; sería: "un esfuerzo por tratar de orientar racionalmente las vivencias morales del profesional hacia una ética abierta, crítica, que enfoque los problemas tanto desde el punto de vista de una ética del profesional como desde el punto de vista de una ética de la profesión", según sus propias palabras.
Este efecto expone y analiza los conceptos básicos determinantes de su posición doctrinaria, dedicando a esta tarea fundamental la mitad de su folleto. Entra propiamente en el tema en la segunda mitad.
Esta manera de presentar su trabajo pone de relieve el interés que para él encierra los justificantes básicos.
Hagamos un breve recorrido por este mundo conceptual: Ética Humanística: razona de esta manera, si la ética se ocupa de estudiar la conducta moral del hombre, la ética profesional tiene por cometido el estudio de esta conducta moral en el quehacer profesional. Lo que pre-supone una concepción del hombre que para el autor es, el ser sujeto responsable de su acción, concibiendo el bien como "La realización plenaria de la humanidad".
Así concebida la ética, se fundamenta en el doble principio:
a) Sólo el hombre puede señalar el criterio de "virtud" y "pecado";
b) lo "bueno" y lo "malo" lo es para el hombre. Por consiguiente el único criterio de valor ético es el bienestar del hombre.
Cada sociedad tiene su propia estructura y organización que impone a sus componentes en defensa de sus intereses a través de la legislación y con la ayuda de la educación -sistemática y no sistemática-. Todo ello con la cobertura de la moral que es un hecho individual y social. De aquí se desprende que para cumplir lo moral es preciso prescindir del sistema que precisamente se vale de este ordenamiento como encubrimiento de sus intereses.
Hay que sustituir pues, la "ética socialmente instituida" (autoritaria) por una "ética humanística", única capaz de innovaciones revolucionarias por basarse en la autoridad autocreadora del hombre en virtud de su capacidad de decisión en un ámbito de posibilidades.
¿Cuándo se actúa moralmente? Cuando actuamos de acuerdo con lo que nuestra conciencia interior nos presenta como bueno o como malo -imperativo de conciencia-, siempre y cuando no pretendamos orillar el "enjuiciamiento social". "Toda renovación moral, afirma, es una renovación social; y toda renovación social es una renovación moral".
Siguiendo la trayectoria doctrinal de fundamentación de su posición, pasa a desarrollar el aspecto valorativo (axiología), de la moral, lo que consigue plenamente al hacer una exposición muy lograda en muy pocas líneas de lo esencial en teoría de los valores. Termina y resume, poniendo de manifiesto que de lo que se trata, no es de exaltación o condena de los valores sino de algo más sutil, de la necesidad de enjuiciarlos -de someterlos a juicio- para ver si responden al verdadero problema moral: ¿Realmente valen?; ¿se les ha reconocido su verdadero valor?; ¿Existe relación entre los valores y las normas sociales?
Mientras no se conteste satisfactoriamente a estas preguntas apunta el autor hacia un campo extraordinariamente resbaladizo, a la posibilidad de dar origen a un frondoso entretejer de las "más grandes argucias ideológicas".
Otro gran tema es el de la responsabilidad, que se deriva de los conceptos precedentes ya acuñados y afectados. El hombre determina ¿qué es el bien y qué es el mal?, escoge el camino a seguir y emite un juicio valorativo sobre él mismo. De todo ello resulta el problema de la responsabilidad -capacidad de respuesta- en función de nuestra escala de valores y en cuanto de nosotros dependa la elección. Libertad y responsabilidad, son términos correlativos, se complementan. Aún hay más ¿De qué he de responder? y ¿Ante quién he de responder? La moral tradicional dice: Ante nosotros mismos; pero el hombre es un hacer-se continuo en medio de infinitas y variantes posibilidades individuales y sociales, con aspiración a una realización óptima -vocación humana- llamamiento a una realización plena en un mundo que es el campo de acción al mismo tiempo que el de limitaciones y obstáculos. En este hacer-se del hombre cuenta con elementos dados en sí mismos y fuera de sí, que no son determinantes pero si condicionantes; lo determinado es limitativo, cierra posibilidades, pero abre un campo de acción posible. Entre los elementos dados se encuentra la comunidad de hombres en que se nace y se vive, en estructuras sociales y económicas recibidas, impuestas. La responsabilidad es envolvente, nos acompaña a lo largo de la vida. "No soy sólo responsable de mí mismo y ante mí mismo. También soy responsable de los otros y ante los otros". El vivir en sociedad es también una necesidad de orden moral.
Fundamentados en nuestra vida riesgosa, no tenemos la certeza del acierto en nuestro constante elegir ante las infinitas posibilidades que nos solicitan y ante la imposibilidad de eludir la elección. Nuestra decisión llena de riesgo, es la fidelidad a nuestro ser auténtico, la respuesta ante los desafíos de nuestro contorno y aún de nuestro entorno, nuestra respuesta, es decir nuestra responsabilidad. Ceder a las presiones es actuar inauténticamente, es decir irresponsablemente.
Tener fuerza moral es afrontar al medio adecuadamente, pues como señala el autor "virtud significa fuerza" la moral es fuerza de decisión.
La responsabilidad "exige que asumamos nuestras acciones pasadas" y "las consecuencias futuras de nuestros actos..." "las consecuencias del actuar se pueden prolongar por el resto de la vida".
Estas consideraciones sobre la responsabilidad, se complementan en una dimensión que le es muy cara al autor: la responsabilidad como compromiso. Arranca de la situación del hombre en el mundo y de su ser social. Mis circunstancias me responsabilizan: "estamos comprometidos y por ello debemos necesariamente comprometernos". El compromiso, es el polo social de la responsabilidad.
Tenemos un compromiso derivado de una perspectiva histórica, complicada con una situación, que es mi situación; de aquí los dos sentidos del compromiso. El objetivo -circunstancias- y el subjetivo -mi acción personal de tomar posición ante la realidad- y el uno condicionando al otro.
Como reconoce expresamente el autor, las anteriores consideraciones sirven de apoyo para el análisis de la vida profesional. Las consideraciones de ética en general, permiten pasar a la ética profesional que "no es más que una visión, un sesgo, una perspectiva de la ética".

Dimensión ética de la profesión

Entramos en materia. El "marco", los carriles, están tratados. Ahora sólo cabe deslizarse por ellos. Con su método y claridad ya conocidos, va enumerando condiciones, distinciones, exponiendo temas y planteando problemas peculiares de esta disciplina y tomando posición personal.
Empieza por una definición descriptivo-funcional de profesión y analiza cada uno de !os elementos integrantes del definiens. Es una actividad laboral, nos dice, por consiguiente depende de la división social del trabajo y está sujeta a las vicisitudes históricas de las relaciones laborales. Es un servicio social, pero en una sociedad estructurada en franco desequilibrio, se corre el peligro de que este servicio sea para los privilegiados. Aquí tiene campo propicio la Ética profesional en cuanto al tipo de servicio y a la remuneración. No acepta la distinción entre profesión y oficio y de paso condena el aristocratismo de las profesiones liberales y sus colegios profesionales.
Ve la profesión, preferentemente, en "relación al desarrollo integral del ser humano"; como medio de realización del hombre; como promotora de humanidad con un contenido ético. Su exigencia pertenece al orden del deber-ser. Como era de esperar pone énfasis en la responsabilidad, que abarca, además de las consecuencias de nuestro actuar, a la interrelación humana. La Ética del profesional debe de estar de acuerdo con la ética de la profesión. "La ética de la responsabilidad no es nunca una ética individualista, muy al contrario, es una ética del compromiso con la función social de la profesión".
Al establecer le relación trabajo y profesión hace una exposición sobre el trabajo muy bien conseguida, por lo que mejor me permito remitirme al texto. A la misma conclusión he de llegar al referirme a los epígrafes bajo los títulos de vocación profesional, responsabilidad y remuneración. En ellos se desenvuelve con fluidez y seguridad, porque las consideraciones desarrolladas "ut supra", le dan holgadamente pie y fundamento, a manera de corolario para formular su ética profesional.
Este opúsculo nos presenta al autor más maduro, más incisivo, en otra edad, aunque siempre en una reflexión anterior y en la cual con las mismas características: claridad, matización, amplitud, universalidad y posición decisiva en los puntos clave. Estas condiciones a mi modo de ver son las del profesor que siente su profesión y que se halla comprometido (como a él le es grato decir) con su vocación. No es simplemente un escritor o un erudito.
Tiene un singular tino para el uso de las citas: pocas y oportunas. En cuanto a las influencias se acentúan las ya señaladas pero aquí además hay que agregar a Fromm, al vitalismo y en un tanto al existencialismo. Al contrario no hace mella en él ninguna de las manifestaciones de la filosofía analítica.
Destaca -y en él es una constante- su preocupación por el papel reservado a la educación, que le da el mismo poder que el de las circunstancias vitales: influye en la decisión; puede ser una educación para la obediencia; para la resignación o para la autenticidad y la revolución.
Hace un trazo. Señala un camino, indica (señala con el índice). Hay que complementar y completar la obra, la ética profesional o general, está indisolublemente conectada con el derecho y en estrecha relación con la lógica en cuanto considera las proposiciones normativas. Apenas apunta un problema clave: la relación del ser con el deber-ser.
Esta relación se presenta como la inferencia ser deber-ser ¿Es lícito inferir desde el ser el deber-ser? ¿Las normas desde los entes?
En el campo de la filosofía del derecho y de la Ética se ha aceptado y es aceptada todavía, por muchos estudiosos, como tal; más en el campo de la lógica se sostiene que es imposible por lo que se le denomina la seudoinferencia del deber-ser a partir del ser. Para poder resolver la seudoinferencia debe acudirse al expediente de insertar en el razonamiento una premisa normativa por lo menos, o bien la premisa que contenga "el axioma normológico de regresión".
Yo creo que se consideran o debe considerarse indicados (señalados por el índice) los jóvenes pertenecientes a las nuevas promociones de lógica, teoría del derecho y filosofía; es un reto para ellos que confío aceptarán para completar otras vertientes indicadas por el autor que enriquecerían la bibliografía costarricense casi huérfana en estas disciplinas.
Por su labor intrínseca y por su utilización en el campo de la docencia, los Prolegómenos para una Ética profesional, enriquecen un campo poco o nada explorado en la bibliografía costarricense.
Pasamos al examen del tercer opúsculo del conjunto: el problema moral en Maquiavelo.
En cierto modo, agregar a los anteriores opúsculos, un estudio sobre lo que pueda decirse acerca de la moral en Maquiavelo, no deja de ser un complemento ejemplarizador de las teorías expuestas en los dos primeros opúsculos. Es una aplicación a la visión político-moral que expone un hombre cualificado, en la salida de la Edad Media. Cabe recordar a este efecto, que la época de Maquiavelo, era tan turbulenta y crítica como la actual. Por eso me parece muy acertada la elección del personaje para "coronar" este ensayo.
Como reconoce el autor es un riesgo penetrar en la obra de Maquiavelo para escudriñar el tinte y la dosis de moralidad atribuible al escritor florentino. Sin embargo, a mi modo de ver, ha salido con éxito en este empeño.                                                    .
Paso a examinar el trabajo para señalar a mi juicio las características destacables. "Lo político para él -Maquiavelo- es lo fundamental". Su preocupación o mejor aún el aludir a lo ético, es circunstancial Es un recurso en momentos dados. Y es que la significación de Maquiavelo para la posteridad, estriba en el estudio del valor moral de sus escritos políticos.
Por otra parte, Maquiavelo ha tenido "mala prensa". Sólo recientemente se le va conociendo mejor y su personalidad se aclara a través de una crítica consciente. Prueba de ello, la distinción que se hace y que recoge con mucho acierto el autor, entre sus obras principales: El Príncipe ylos Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio. La primera crudamente realista y simplemente pragmática, y la segunda más genérica y teórica aunque ambas defiendan las mismas posiciones doctrinales. Pero el trasfondo de toda actuación de Maquiavelo, lo que realmente le interesa y le apasiona, es la unificación de Italia; echando de paso las bases para elESTADO NACIONAL MODERNO que precisamente uno de sus admirados, Fernando de Aragón, trata de realizar en el Estado español que surge de la unión de Castilla y Aragón. También es dato positivo para Maquiavelo su auténtica preocupación por regenerar las comunidades políticas en decadencia y por establecer y defender el Estado.
Como todos los renacentistas, Maquiavelo cree en el magisterio de la historia y busca en ella y en sus protagonistas la ejemplarización para sus posiciones. El autor justifica adecuadamente el por qué de este proceder. También señala el autor, como característica de Maquiavelo, su apego y preferencia a lo fáctico, a lo hecho. En política no le atraen las teorías ni los autores tanto como los hechos llevados a cabo por los hombres de acción. Maquiavelo no parte de lo religioso y moral como condicionadores de lo político, sino que subordina lo religioso y lo moral a lo político.
Como notas positivas destaca: el valor que le da a la educación cívica que puede llegar a modelar la naturaleza humana. Su afirmación de que el hombre está lleno de defectos y limitaciones, pero que estas limitaciones no lo son para su ambición y deseos que son ilimitados, y de ahí la conducta que se ve obligado a llevar y que en parte justifica su afán y la exaltación de la energía vital. Maquiavelo tiene una intención moralmente buena no obstante sus categóricas posiciones.
En El Príncipe, se ve todo desde el punto de vista del gobernante y desde allí enjuicia lo moral. La República es mejor, pero la Monarquía está más adecuada en las comunidades degeneradas. A los hombres que viven en sociedad, sólo puede hacérseles buenos por la coacción. La ley coacciona para evitar la anarquía. La virtud es propia del gobernante, mientras que la bondad, es cualidad el pueblo. El hombre presocial no es bueno ni malo, es moral al integrarse en una sociedad. La moralidad del pueblo es fruto de la necesidad.
Mientras que el cristianismo promueve las virtudes pasivas los antiguos exaltaban los factores activos.
El citar a Maquiavelo incompletamente, ha motivado las posiciones que frente a su doctrina se han hecho ya clásicas. Ya es conocida por todos la falacia de las citas incompletas.
Su idea de la fortuna en algunas ocasiones puede equipararse al papel que señalaban los antiguos para el Destino. No obstante la somete a una ley casi estadística, terminando por afirmar que se puede vencer con la virtud y la prudencia.
El autor hace hablar al propio Maquiavelo, cuantas veces sea preciso, no se deja llevar por los prejuicios ni por construcciones más o menos elegantes y llamativas. Es pródigo en citas textuales, en oposición a lo parco que resulta en la utilización de las mismas en el primer opúsculo.
Todo lo que parece chocar con nuestras convicciones que presentan a Maquiavelo "maquiavélicamente" se desvanecen cuando resulta ser que señala el procedimiento inmoral, frío y cruel cuando se enfrenta a una situación de corrupción para forzar a los gobernantes a entrar en el camino de la virtud activa. El que "el fin justifica los medios" sin analizar de qué fines y de qué medios se trata, y en qué circunstancias se dan, no es un buen criterio de verdad.
, El autor nos da un Maquiavelo sin prejuicios acudiendo a las fuentes pródigamente, sin poner ni quitar nada, sin dejarse llevar por intereses o posiciones doctrinales por muy arraigadas y tradicionales que sean. Esta labor, nos presenta un Maquiavelo distinto; ni héroe ni diablo, sólo un hombre, con todas las limitaciones y defectos que él mismo señala para el género humano. Un hombre con sinceridad tal, que no teme descubrir sus mismas lacras.
El lector podrá hacer un recorrido, desde posiciones abstractas y fundamentalmente especulativas, hasta un tratamiento de la moral del éxito con medios conscientemente inmorales, pasando por una aplicación operativa funcional.
Por todo ello, creo que Reflexiones Éticas constituye un aporte.
Doctor Mariano García Villas
Profesor Departamento de Filosofía

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