ANÉCDOTAS DEL 2016
PRIMERA PARTE
Jaime González Dobles
En este trabajo recojo lo asuntos más
anecdóticos que publiqué en mi biografía de Facebook del 2016.
RECORDANDO EL MENOR (31-12-2016)
Hace unos cincuenta años, mi maestra de
religión nos habló de la existencia de un Seminario Menor en San Cristóbal
Norte. Lo había fundado Monseñor Sanabria para la formación de mejores y más
numerosos sacerdotes en el país. Era 1950; yo tenía doce años. Con esmero y
deseo de servir a Dios, la maestra (cuyo nombre, como de costumbre no recuerdo)
me motivó a ingresar en esa nueva institución. Me habló particularmente a mí
porque yo tenía años de servir en la iglesia como monaguillo.
Ambos hablamos con mi madre y con el cura:
quien accedió a contribuir en la medida de lo posible con los gastos de mis
estudios ya que los pocos ingresos de mi padre apenas alcanzaban para dar el
sustento a mis otros hermanos.
Mi madre tenía un profundo sentimiento
religioso. Como Dios la había dotado de una excelente voz, durante su juventud
cantó como solista alabanzas a Dios en las iglesias de los diversos pueblos en
que le tocó vivir: actividad que tuvo que abandonar cuando Dios la puso, como
decía ella, a ver qué hacía con la marimba de hijos.
Ella siempre me contaba que en su juventud
organizaba veladas con sus hermanas para recoger “cositas” para la gente pobre
del pueblo. Como cantaba muy bonito, los padres la buscaban siempre para que
cantara el “Ave María” de Schubert o algo parecido. Cuando se iba donde sus
abuelos en Heredia, la mandaban a traer porque como dirían ahora los copiones
de los gringos: bajaba el “rating” en las misas de los domingos o en los
rosarios de la semana.
Al decirle que no me parecía malo intentarlo,
su respuesta fue simple: “ Dios quiera, mijito”... Esta respuesta me la dio
también Monseñor Odio cuando le dije que yo venía a ver si eso era lo que Dios
quería para mí: yo, en el fondo, no sabía todavía lo que quería de la vida. El
Padre Odio, como le decíamos antes de que, una mañana, nos dijera durante la
misa que Dios lo había llamado a cumplir nuevas tareas, era una persona con la
presencia sublime de la divinidad en la tierra. Aparecía como un gran papá que
pintaba cualquier problema, con la dulzura de sus canas, del blanco apacible de
la nieve imponente de sus montañas religiosas.
En clases, me llamó mucho la atención la
amplia cultura del Padre Carlos Joaquín Alfaro. Este me enseño el gusto por la
música clásica. Un día, mientras oía con deleite la quinta sinfonía de
Beethoven al lado de algunos compañeros (entre los que recuerdo a Arnoldo Mora
y a Javier Solís), el Padre Alfaro nos comentó que su interés en el sacerdocio
fue motivado por la generosidad y la profunda fe de su tío, Monseñor Odio.
Nos narró muchas historias, pero –como
siempre- no recuerdo más que una: la más anecdótica e intrascendente, por
cierto.
Contaba el Padre Alfaro que fue a visitar a su
tío mientras era cura de Pacaca.
- ¿Qué es eso de Pacaca?, le interrogamos.
- ¡Bueno!, era el nombre indígena de Villa
Colón, ese pueblito que está yendo hacia Puriscal. (Este nombre era para mí
algo así como el lugar lejano donde según el dicho popular “el diablo había
dejado perdida la chaqueta” y que aprendí a estimar cuando hice amistad con los
Mejía).
- ¿Hace mucho de eso?
- ¡Bastante! Además, los tiempos eran otros.
Con prudencia, el Padre Odio me recomendó que me fuera en primera clase.
Además, al llegar a la parada de la Coca Cola, yo no entendí en que consistía
dicha primera. Era una vieja cazadora donde la gente viaja toda revuelta con los
chanchos y las gallinas.
- ¿Y qué era lo de la primera?
- Pasado Escazú, entendí. En la cuesta entre
Escazú y Santa Ana, el chofer simplemente dijo: ahora, los de primera, se
quedan sentados; los de segunda, se bajan y los de tercera, empujan. El Padre Odio
me dio ese consejo pensando en que yo era un típico josefino, porque él siempre
viajaba en segunda.
Durante las vacaciones, fui a visitar a
Monseñor Odio en la casa arzobispal. Cuando me vio, me dijo:
- ¡Diay! muchacho, qué problema es ser
obispo...
- ¿Por qué, Monseñor, hay muchos enredos?
- No, mijito, dificultades nunca faltan en
cualquier lugar. El problema es que no se ve bien que un obispo ponga apodos y
yo a vos no me acostumbro a tratarte por tu nombre.
- Menos mal, Monseñor, pensé que tenía problemas.
- Bueno, problemas nunca faltan... Pero uno
debe estar donde Dios quiere que esté. Por mí, yo prefería San Cristóbal con
las risas de esos chiquillos confiados en Dios. Pero el que manda está allá
arriba y Él quiere que esté aquí.
Sin pensarlo mucho respondí:
- ¡Gracias a Dios! Él lo va a ayudar.
- ¡Dios quiera, mijito!
(Mi sobrenombre hacía referencia al lugar
donde había nacido. Como este artículo se presentó en un concurso lo escribí
hace tiempo como un recuerdo con el seudónimo de Polo. No puse mi real apodo
CAPI. Este se funda en la respuesta que di cuando me preguntaron de dónde
venía. Por ejemplo, mis compañeros de clase venían de todo el país: Hugo
Barrantes de Perez Zeledón, Olibeth Bogantes de Grecia, Javier Solís de Escazú,
etc. y respondí que venía de la Capi…
AGRADECIMIENTO (31-12-2016)
Hace unos pocos años, mi hijo Diego me
insistió en que tenía que dejar el aislamiento en el que había entrado mientras
viví en Santa Bárbara haciendo un bello sembrío de árboles nacionales.
Yo no estaba tan aislado pues una vez al mes
se reunían en mi casa diversas personas de un alto calibre intelectual,
provenientes de diversos países y de diferentes disciplinas.
Me abrió un blog y me metió en algunos
programas como Facebook. No obstante, al tener que dejar mis árboles y las
tertulias en mi casa, solo he aprovechado a medias este último.
En el blog, puse algunos escritos, pero como
se me olvidó la clave y no he podido recuperarla, no volví a publicar hasta
hace poco que uno de los compañeros de la empresa de mi hijo Diego, Mario Morales Barth, me
abrió este nuevo blog. Lo mismo me pasó con el correo histórico: se me olvidó
también la clave y tampoco he podido recuperarla. Por eso, tengo uno nuevo.
Espero no olvidar de nuevo la clave.
No obstante, mi hijo Diego también me abrió
una editorial electrónica LOGON para que pudiera recuperar mis viejos escritos
y editar una serie de libros que tengo en proceso.
En años pasados yo tenía una editorial Logos.
Pero como ese nombre se volvió ‘panderetero’, decidí usar mis recuerdos del
griego y puse el nuevo nombre en el genitivo plural. LOGON significa así “de
las palabras”.
Desgraciadamente, como escritor me parezco a
un bovino. Mis pensamientos originales van pasando por diversas panzas para
tratar de desarrollar sus implicaciones.
Por ejemplo, en 1977 escribí dos libritos como
responsable de la formación de cuadros en la campaña de Carazo. Aunque cada uno de ellos lo redacté en un fin
de semana, ambos fueron publicados por personas interesadas. Desde estos he
escrito varios libros más recuperando algunas ideas.
En este momento, me encuentro en un dilema. El
tiempo que me queda de vida no creo que me alcance para escribir lo que quiero.
Tengo un libro que me llevó muchos años tratando de reestructurarlo. Terminé su
primera redacción en diciembre de 1999 como conclusión del siglo. Pero ya llevo
16 años revisándolo y no se si podré terminar de revisarlo.
En estas condiciones, de vez en cuando suelto
algunas ideas en Facebook. Unas pocas personas me leen (más o menos un 1 o un
2% de los amigos formales que son alrededor de 3000). Algunos de estos son muy
fieles y por consiguiente reiterativos no solo en sus lecturas, sino en sus
elogios.
Sin
embargo, los elogios son muy lindos, pero no resultan tan interesantes como las
críticas. Estas realmente te hacen pensar.
En este fin de año, quiero agradecer a los que
han tenido la paciencia de leerme y a los que han tenido sobre todo la osadía
de criticarme. A los que me han marginado los comprendo: tienen derecho a ser
ellos mismos y escoger lo que concuerde con sus ideas e intereses.
A todos les deseo que el próximo año sean más
ellos mismos, de mejor manera y con mejores efectos.
VIVIR CADA DÍA (19-12-2016)
Los entes humanos le damos mucha importancia a
asuntos sin gran importancia. Los cumpleaños, los años nuevos y muchas otras
celebraciones rituales no significan más que una manera de esconder la manera
como manejamos la vida cotidiana. Que estúpido es recordarse de la madre, de un
hermano o de un amigo en un momento del año, cuando hemos pasado el resto del
tiempo tratándolos de otra manera más indiferente y a veces hasta agresiva.
Cuando se murió mi mamá yo simplemente le dije
adiós. En ese momento dije que no sé si soportaría la muerte de un hijo. Gracias
a Dios he escapado de esa calamidad.
Ahora no sé qué valor tenía la justificación
que me di. Decía que era dramático que se muriera ante que uno si era menor que
uno. Pero creo que quizás me golpeaba la mala conciencia como padre: ¿Qué he
hecho en la vida cotidiana por ellos?
VIVAN LA MEJENGAS (14-12-2016)
Ronaldo García comenta cómo gozábamos las
mejenguas en los potreros o en cualquier callejón. En esa época Costa Rica era
un país futbolero. Ahora es un país teatral en el que contemplamos un
espectáculo en las butacas de la casa o del estadio con los pies entumidos de
la pereza.
PENSAR MATEMÁTICO (07-12-2016)
Mayra Ugarte Bustos me señalaba que el
pensamiento es como una ecuación de matemáticas. Eso me recuerda mi infancia.
Cuando a los 8 años le dije a mi tía Rosita que qué hacía para manejar
logaritmos con mi padre en trabajos de topografía. Ella me recordó una de las
frases de mi abuelo Daniel González Víquez que fue compañero de Omar Dengo en
la Escuela Normal. Él era tan capaz como él. Pero no fue famoso, ni como él, ni
como su hermano Cleto porque ni manejó la sociedad como este ni las
interpretaba como el segundo. Solamente enseñó a sus alumnos a pensar
sensatamente.
Él enseñaba las matemáticas con bromas y
ejemplos de la vida cotidiana. Mi buen amigo Marco Tulio Salazar, que fue su
alumno, me decía que era mil veces más brillante que su hermano el
presidente...
Mi tía me recordó lo que decía su padre:
"la vida es como una ecuación matemática: Si uno está en la casa sin
sombrero, cuando sale a la calle se lo pone y cuando vuelve a la casa se lo
quita. Así pasa con las sumas, las restas, las multiplicaciones, las divisiones
en las ecuaciones. Su lógica es la misma".
ELOGIO DE LA LOCURA (07-12-2016)
Marta Campos Méndez me comenta "Que dicha
que no estoy loca". Esto me recuerda un libro que leí en mi juventud con
el nombre "Elogio de la locura" en el que si mal no recuerdo una de
las ideas era que si los otros lo consideran a uno loco es porque uno no es tan
tonto como ellos. Pues la locura es creativa.
Agrego que se me había también olvidado que
ahora casi todo se puede averiguar. Consulté y Google me indica que es "un
ensayo escrito por Erasmo de Rotterdam e impreso por primera vez en 1511".
AGUINALDO
SOLIDARIO (25-11-2016)
La situación de los afectados por el Huracán
Otto es dramática. Creo que es necesario hacer una ayuda en dinero a los
afectados directos. Me parece que una de las soluciones más viable es
contribuir con el 1% de nuestros aguinaldos y depositarlos electrónicamente en
una cuenta cuidadosamente establecida y controlada. Faltan pocos días para
recibir los aguinaldos, pero es tiempo suficiente para que los contribuyentes
podamos firmar un documento de autorización y las empresas que pagan los
aguinaldos estén obligadas de rendir la información pertinente a un ente
supervisor, previamente conocido por los contribuyentes.
¡QUÉ GRAN DOLOR! (01-11-2016)
Uno de mis mejores amigos me comunicó que ayer murió una de las personas
más extraordinarias que habíamos conocido en los años que trabajamos en la
Universidad Nacional como efecto del fatal accidente del Bus de los pensionados
de AFUP. Se trata de LUZ DELIA MARÍN CHAVES, de 68 años, vecina de San Rafael
de Heredia. Ella trabajó con nosotros en la Facultad de Filosofía y Letras y
terminó trabajando en la Escuela PPS de la Facultad de Sociales. Cada vez que
deseábamos tener un encuentro para recordar viejos tiempos o celebrar algún
asunto, recurríamos a ella (quien contaba con el apoyo de toda su familia).
Ella era una persona de un cristianismo fundado en la solidad y orientado a
favorecer la formación de los jóvenes.
Yo tengo que agradecerle la amabilidad con la que me apoyó en las fiestas
de fin de año de las Tertulias y las numerosas actividades en las que me invitó
a su casa. Sé que la comunidad de su pueblo la reconoce como la dirigente
comunal más extraordinaria. Aunque desempeñó funciones administrativas en la
UNA, los muchos profesores que la conocíamos la admirábamos por su sensatez, su
inteligencia y sobre todo por su gran calor humano. Adiós, querida amiga.
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