ANÉCDOTAS DEL 2016
TERCERA PARTE
Jaime González Dobles
ENCUENTRO CON EXDIRECTORES (04-08-2016)
Reproduzco una foto sobre un Encuentro
con exdirectores de la Escuela de Comunicación Colectiva de la Universidad de
UCR difundida por Mario Zeledon-Cambronero.
SER TICO (27-07-2016)
Hace más de medio siglo que ya no soy
realmente tico. En 1958, en Lyon de Francia me preguntaron de dónde era. Cuando
les dije que era de Costa Rica, me dijeron:
“Hemos oído
nombrar esa ciudad en que país queda”.
Después de eso, nunca más volví a presentarme
como costarricense. Me volví centroamericano. En 1957 había ido con mi amigo
Javier Solís Herrera por todo Centro América en un camión de su papá. A partir
de 1970 comencé a visitar los diversos países por reuniones políticas o por
cursos en los que me invitaban como conferenciante muchas veces. Hice así
muchos amigos, algunos de los cuales fueron asesinados por los extremistas (no
islamitas, sino de la mano negra).
Para mí los centroamericanos son mis hermanos
patrióticos. Pero este sentimiento no sigue más allá porque no soporta la
actitud pedante y egocéntrica de muchos mexicanos. Pero todo tiene su
excepción. He tenido buenos amigos mexicanos (y hasta una novia). Además, el
papá de mi esposa era mexicano, hijo de una española. Me llamó la atención que
en el hospital de Heredia, el Dr. Valenzuela le preguntó de inmediata cuando
vio el apellido Conde: ¿Es usted mexicana?
QUITAME EL 'DON' PUES ME HACE SENTIR VIEJO (25-07-2016)
Eso les decía siempre a mis estudiantes. Ahora
se lo acabo de decir a uno de mis mejores amigos Eliécer Venegas a quien
conozco desde 1965 y a quien siempre he admirado por sus grandes cualidades
humanas e intelectuales. Además no somos de la misma edad: es un par de meses
más anciano. Ja, ja.
Hace unos quince años, me moría de la risa,
los empleados nicas que tenía en una construcción me decían Don Jaimito ya que
don es signo de respeto y el ito es expresión de familiaridad. Personalmente,
yo prefiero que me digan Jaimito en lugar de Don. Cuando ya esté muerto me
pueden decir Don porque ya no lo voy a oír.
Mi hermano Arturo siempre dice que él ni
muerto va a un cementerio. De hecho, no va, lo llevan. Pero yo no quiero que me
lleven. Prefiero que me cremen.
EXISTO, LUEGO PIENSO (25-07-2016)
A uno de los sabios comentarios de Carlos Luis
Villalobos en que hablaba de Descartes le comenté: " Yo le doy vuelta a
Descartes y no digo Pienso, luego existo, sino Existo, luego pienso, De hecho,
en todo ente del universo hay un pensamiento, más o menos consciente, más o
menos inconsciente (como en algunos humanos). Hay que ver el pensamiento de las
plantas, de los animales, etc."
Y cada cual toma sus propias decisiones. No
hablemos de instinto ya que la razón es un instinto casi siempre inconsciente.
SALUDOS CORDIALES (24-07-2016)
En mi vida he recorrido mucho mundo.
Desgraciadamente, tengo pésima memoria para los nombres. Sin embargo, siempre
traté de manejarme amablemente con todos.
En primer lugar, mis alumnos, por los que me
preocupé de que fueran todo lo grandes que podían ser: esto le dio un sentido a
mi vida. En segundo lugar, por los familiares, amigos y conocidos que me han
aportado los frutos de su búsqueda de una vida humana.
Como no puedo darles un saludo individualizado
por mis limitaciones, les ofrezco un abrazo cariñoso a todos. Dicho a lo tico
"Que Dios los bendiga"
SABER LEER (23-07-2016)
Me recuerdo una anécdota. En los años
setentas, en un curso en la Escuela de periodismo les pedí a los estudiantes
que levantaran la mano los que sabían leer. Todos la levantaron sorprendidos.
Yo les di entonces un texto complejo y les pedí que me dijeran en otras
palabras lo que decía dicho texto.
Luego les demostré que no habían entendido el
texto, que solo habían repetido pedacitos aislados. Por eso, me tomé un mes
para explicarles asuntos como la lógica del pensamiento y otros aspectos.
Tres estudiantes de filosofía que estaban
llevando el curso se ausentaron porque consideraban que ya conocían todo lo que
les estaba explicando. Al mes cuando volvieron a clases, me morí interiormente
de la risa. Los estudiantes de periodismo le decían a los de filosofía: esa
lectura está errada, aprendan a leer. Dicho a lo tico, están agarrando el
rábano por la hojas. ¡Ja,ja! Dicho con otro dicho: ‘al mejor mono se le cae el
zapote.’
Por eso el diálogo abierto e inteligente es
fundamental. En efecto, cuando no hay apertura al pensamiento de los otros, no
hay diálogo. Hay Monólogo.
Hay libros, textos o escritos que uno lee
varias veces y cada vez los entiende de manera diferente. De hecho, leer es un
diálogo y un diálogo es un intercambio en contextos (las circunstancias de la
lectura) e intertextos (las circunstancias del discurso leído) diferentes.
Además, aunque lo leído no cambie, la cabeza de cada cual ha cambiado. Hay
recuerdos que se van y cosas nuevas que llegan.
Eso es lo lindo de la vida: está llena de
sorpresas.
LAS PANACEAS (22-07-2016)
Uno de mis hijos me dice que hay tres temas
sobre los que es absurdo hablar si uno quiere tertuliar: la religión, la
política y el futbol (por lo menos en Costa Rica, porque en otros países puede haber
otra manera de manejar el deporte).
Los dos primeros son asuntos fundamentales de
la humanidad. No obstante, la gente no comprende por qué el tercero también es
fundamental. La realidad es que el deporte no es lo propio de la vivencia del
futbol en Costa Rica. La vida realmente deportiva del tico se acerca más a las
carreras o a la natación. El futbol en Costa Rica es más bien una obra de
teatro que contemplamos sentados en un asiento.
En mi libro La patria del tico, yo sostengo que nuestro país ha pasado por
fases históricas en lo cultural: la fase del enmontañado (como decía Láscaris),
la del concho y la del pachuco. En la etapa concha en que nací, los ticos
éramos más deportistas. En todos los pueblos había una plaza de futbol. Pero el
mundo pachuco cambió las plazas en parque para llamar a su habitáculo como
ciudad (pero una población de menos 200.000 personas es un simple pueblo).
En el futbol como espectáculo hay dos tipos de
personas. Por un lado, están los que lo ven como un negocio, los directivos y
los jugadores. Por otro lado, están los que lo ven como una manera tramposo de
afirmar su personalidad. Por eso, ya no apoyan al equipo de su pueblo, sino a
los que han sabido venderse comercialmente como modelos de identificación.
En la etapa concha la gente se identificaba
con el equipo de su pueblo: afirmaba así una comunidad real. Pero en la etapa
pachuca, la gente se identifica con el equipo que cree que le va a dar más
prestigio al venderle una comunidad ficticia.
Es decir, el mundo pachuco cae en las mentiras
de la propaganda. Buscan una marca que para ser una persona prestigiada gracias
al apoyo a un equipo prestigiado. Así ciertos equipos lo son no gracias a ser
equipos de futbolistas, sino maquinarias empresariales que usan a los
futbolistas como un producto comercial que hay que vender de manera similar a
un carro o a una lavadora.
De esta manera, casi todos buscamos en estos
ámbitos la panacea a nuestros problemas existenciales. Pero el surgimiento
histórico de la búsqueda de panaceas suele reflejar, al mismo tiempo, la
conciencia de un problema sustancial y la necesidad psicológica de encontrar un
refugio contra las amenazas correlacionadas.
Tal es la razón del desarrollo histórico de
respuestas, mitológicas o casi mitológicas, ante las auténticas realidades
humanas, las que deben ser detectadas debajo de muchos ropajes ficticios.
SOBRE FOTOGRAFÍA (18-07-2016)
Quiero felicitar a mi muy buena amiga, Lobelia
Madrigal, por sus frecuentes y hermosas fotografías expuesta en facebook.
Ella me recuerda mis vivencias juveniles. A
los 8 años se me ocurrió decirle a mi tía Rosita que era artesana y pintora que
me enseñara a pintar para poder hacer casita de portal para venderlas y ganarme
algunos cincos. Esta experiencia infantil me duró muy poco porque a los 9 años,
volví donde esa tía para que me orientara en matemáticas pues yo quería ayudar
a mi papá en topografía y él me dijo que tenía que manejar logaritmos.
Ella me recordar ciertas enseñanzas de mi
abuelo, Daniel González Víquez, que fue el profesor de matemáticas en la
Escuela Normal al lado de grandes figuras como Omar Dengo. Mi abuelo decía que
para aprender matemáticas había que ver la lógica de la vida: “Cuando usted
sale de la casa, si no tiene sombrero, se lo pone y cuando entra a la casa se
lo quita”. Así funcionan las ecuaciones.
En mi adolescencia y juventud hice un cuanto
ensayo de pintura. Pero, cuando cumplí 18 años, el padre Carlos Joaquín Alfaro
me regaló una de las mejores cámaras del momento. Esta Vitessa T fue la primera
cámara en la historia que hacía el cambio automático de posición en el rollo. En
ese momento los rollos en colores había que enviarlos a Estados Unidos. Esto
salía sumamente caro. Por eso, tuve que aprender a fotografiar en blanco y
negro.
Entre los libros que leí me topé con un dicho
profundo: ‘fotografiar en color lo puede hacer cualquiera. Pero para
fotografiar en blanco y negro hay que ser un artista para saber como manejar el
claroscuro de los colores’.
En 1959, comencé a tener en las vacaciones
cursos de cine por países. Ese año estudiamos el cine ruso. En el cine
estudiado no había casi movimientos de cámara. Ahí aprendí cómo el clásico S.
Einseinstein diseñaba en un papel la posición de cada actor para conservar el
adecuado diseño de cada imagen. Esto me acercó a estudiar un poco la lógica del
diseño de cada imagen. Años después estudié el cine norteamericano, el realismo
italiano y el cine francés. Con los primeros aprendí algo del montaje mientras
con el último fui viendo las posibilidades comunicativas del movimiento de
cámaras.
Esto me engendró de deseo de estudiar
dirección de cine en París, pero no tenía los recursos. Por eso, lo único que
pude hacer es crear los cursos de apreciación cinematográfica en la UCR gracias
al apoyo de director de Estudios Generales, mi amigo Chéster Zelaya.
El haber estado ligado de alguna manera a las
artes (fui profesor y decano en la UNA), me enseñó a apreciar la calidad del
diseño, del equilibrio y del manejo expresivo de los colores. En este aspecto,
considero que Lobelia es realmente una artista de la fotografía.
SUBDIRECTOR DE FILOSOFÍA (13-07-2016)
Mi amiga y ex-alumna Patricia Navarro-Molina
me señaló, enviándome una fotografía, que en sus investigaciones periodísticas sobre
1971 encontró una vieja noticia del Periódico
Universidad. Yo recordaba que eso había sucedido alrededor de 1970. Fue el
primer puesto que ejercí en la UCR. Me recuerdo que esa experiencia me llevó a establecer
un cambio muy significativo en la universidad. Hasta ese momento la matrícula
de los cursos se hacía en el Registro. Como director interino de la esa Unidad
Académica yo me fui a solicitar al Director del Registro que me permitieran
manejar la matrícula en la propia Escuela pues los estudiantes de la carrera se
quedaban a veces sin cupo ya que los estudiantes de Estudios Generales los
usaban como cursos opcionales. Las otras escuelas se envidiaron de mi propuesta
y con el tiempo todo cambió.
LA PUBLICIDAD DE LOS ABUELOS (12-07-20169
Hablar de la publicidad me trae gratos
recuerdos.
El primero es académico. Alrededor de 1975 en
la Universidad de Costa Rica se nombró una comisión para redactar el documento
de creación de la carrera de publicidad. Éramos tres: un mercadólogo, un
diseñador y yo como comunicólogo. Pero el director del momento de la Escuela de
Periodismo rechazó que esa nueva carrera entrara a dicha escuela. Se la
asignaron a la Escuela de Administración de Negocios. No obstante, antes de que
comenzara dicha carrera me nombraron director de la Escuela de Periodismo y yo
entré a pelear para nos devolvieran la carrera. Yo quería que dicha entidad
respondiera a su nombre, Escuela de Comunicación Colectiva.
Eso me llevó a crear las carreras de
comunicación, de relaciones públicas y de publicidad y a pasar la Escuela de
dar clase solo en la mañana (pues los estudiantes y muchos profesores
necesitaban las tardes para trabajar en la prensa) a cubrir todo el día. Mi
argumento fue que el mayor número de curso era de la escuela.
No obstante, tuve una discusión con los
estudiantes más izquierdistas. Ellos me decían que estaba dañando la escuela al
abrirla a los ‘lavacocos’ de la oligarquía. Yo les respondí: “Ustedes son
iguales a ellos. Para trabajar ellos tienen que vender las cosas que produce la
oligarquía. Ustedes no van a vender cosas, sino las ideas que le conviene
también a la oligarquía. Y yo no sé quién resulta más nocivo. Por eso, mejor se
callan.”
Tiempo después tuve una anécdota interesante.
Cuando mi mamá estuvo en el Asilo de Ancianos de Alajuela yo pasaba todos los
días a visitarla. Había una señora que me pedía que le facilitara monedas de
cinco colones para los aparatos telefónicos. Con el tiempo, comenzó a pedirme
que le cambiara billetes de cien. Cuando le daba las veinte monedas, siempre me
reclamaba: ‘Pero señor, no me dio la feria”. Y tenía que darle una moneda
adicional.
Esto me llevó a e interpretar la ‘feria’ como
la publicidad de los abuelos. Cuando no existía el desarrollo de los medios de
comunicación actual, los pulperos publicitaban su negocio al dar unos confites
a los niños que le pedían a la mamá que los llevar a tal pulpería porque la
feria era mejor.
En un primer momento, yo pensé que la palabra
‘publicidad’ significaba hacer públicas las cualidades de un producto. Pero
luego descubrí que lo que se publicita es la ‘marca’ con la que se cubren los
productos. Esto me recordó los cambios de los tiempos. Cuando estaba jovencito
y tenía que comprar una camisa con marca, lo primero que hacía era llegar a la
casa a arrancarla. No podía pelarme el rabo: ‘Solo la gente de poca clase usaba
productos de marca en la ropa.’ Las solo estaban bien en los carros. Pero la
gente de clase tenía su costurera privada para sus camisas y su sastre
particular para sus trajes a la medida.
¿QUÉ ES VULGAR? (11-07-2016)
Cuando era más joven, mi buen amigo Constantino
Láscaris me dijo una vez con humor mientras tomábamos café en la época en que
comenzó a usarse la minifalda: "el vestido es lo más vulgar que hay.
Cuando nuestras abuelas mostraban las pantorrillas, era una vulgaridad; cuando
nuestras madres mostraban las rodillas era una vulgaridad; ahora cuando las
chicas muestran los muslos es una vulgaridad. Por eso, cuando ya lo muestren
todo se acaba la vulgaridad".
Dicho teóricamente, la vulgaridad es un
criterio interpretativo muy subjetivo. Por eso, cuando se me pregunta qué es
vulgaridad y qué significado tiene, me atrevo a contestar: ‘Vulgaridad es un
estereotipo cultural que cataloga según el momento histórico la conducta humana
en función de criterios de respeto a ciertas normas sociales’.
Cada estrato social tiene sus pautas de
conducta y lo vulgar es lo que no las respeta. Vulgo significa pueblo. Por eso, el concepto de vulgaridad surgió
de los que quería demostrar su alcurnia social, cultural, Por eso, los grandes
enemigos de la vulgaridad han sido históricamente los curas y los maestros. Al
no tener tanto dinero para imponer la ‘vulgaridad’ de su poder económico, estos
trataban de afirmar la ‘vulgaridad’ de su superioridad en lo cultural.
En mi infancia, ponerse un bluyín (para
escribir a lo vulgar el nombre ‘gringo’ tomado del tipo de pantalones vaqueros,
generalmente confeccionados de tela de mezclilla) era una conducta inapropiada
pues este era el pantalón de los simples obreros y los que no querían ser parte
del vulgo tenían que usar pantalones de casimir, ojalá de origen inglés. En esa
época el algodón era la tela más barata mientras la cachemira (en inglés,
cashmere) una de las más valoradas por ser suave al tacto, sedosa, ligera y
buen aislante térmico. Por sus características y su escasez el precio de esta
tela, hecha con una escasa y extraña lana de cabras de las montañas del Tíbet, era
relativamente elevado comparado con el de otras fibras. Por eso usarla era
muestra de clase, lujo y distinción.
Por eso, al diablo con la vulgaridad. El
problema real no está en las palabras, sino en los hechos. El drama de la
vulgaridad es hacer el mundo (lo que significa limpio) se convierta en algo terriblemente
inmundo. Pero la vulgaridad de esta inmundicia no es una cuestión de clase
social: está en la deshonestidad de los que roban, de los que mienten, de los
que irrespetan a los otros, etc. Lo contrario de lo vulgar es la nobleza
espiritual, no los desplantes materiales.