viernes, 17 de abril de 2020

EL MOVIMIENTO DE LOS TRABAJADORES ANTE LA PAZ

EL MOVIMIENTO DE LOS TRABAJADORES ANTE LA PAZ

 extracto del texto: EL MOVIMIENTO DE LOS TRABAJADORES
                                                   Autor: Jaime González Dobles




La solidaridad del Movimiento de los Trabajadores tiene un compromiso esencial con la adquisición de la paz, nacional, regional y mundial. Al respetar las divergencias religiosas, filosóficas, culturales y políticas de sus miembros, así como el derecho de los pueblos y de las personas a su autodeterminación, el Movimiento de los Trabajadores no adopta una posición neutral con respecto a su futuro y destino.

La visión de la realidad del Movimiento de los Trabajadores es una posición comprometida, que exige la superación de la injusticia; el respeto a la libertad y al compromiso, individual y social; en fin, la búsqueda y creación de una Nueva Sociedad, como garantía de fidelidad a los valores humanos del mundo del trabajo.

 La utopía inspirada así por el Movimiento de los Trabajadores se concreta históricamente al lograr avances en cada uno de los frentes ligados a la realización de un mundo donde los entes humanos trabajen y vivan en pleno sentido humano. Pero la creación de una Nueva Sociedad no es algo que pueda hacer solo el Movimiento de los Trabajadores. Su éxito depende de una compleja construcción mundial de la paz. Esta no es un fenómeno ajeno al mundo del trabajo. Muy por el contrario, la paz es una realidad que se alimenta de la savia humanizada del trabajo organizado en cada sociedad.

Por eso, la necesaria creación de una Nueva Sociedad, acorde con los principios del auténtico trabajo humano, responsable, justo y comunitario, fundamenta la profunda solidaridad del Movimiento de los Trabajadores y su compromiso con la instauración de la paz mundial.

El Movimiento de los Trabajadores reconoce a cada ente humano, igualdad de destino y derecho a participar, con plena responsabilidad, en la construcción humanizadora del mundo. El reconocimiento de esta igualdad fundamental entre los entes humanos, debe buscar constantemente la creación de una sociedad que respete este valor esencial. Impone así la necesidad de luchar contra la discriminación fundada en la lengua, el sexo, la cultura, la nacionalidad, la raza, la especialidad laboral o el origen social.

Asimismo, el trabajo debe ser fuente de transformación de la naturaleza, de la creación de riqueza, del bienestar social y familiar, de la educación y formación profesional. Pero todo derecho engendra deberes. Por eso, cada trabajador debe participar en la construcción del desarrollo, de la democracia, de la paz y de la justicia. Esta vocación integral del ente humano lo hace siempre sujeto de la historia y responsable de la paz y bienestar de su sociedad.
Pero los defectos en la organización social del trabajo, como microbios en el organismo, provocan síntomas dramáticos que convulsionan al cuerpo social con diversas enfermedades entre las cuales están la guerra y la violencia. Por eso, la construcción de la paz depende en mucho de la adecuada solución de problemas laborales.

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